Una botella de gin
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Una botella de gin
Resumen
El señor Collins subió la escalera. Su barbilla carnosa, sus orejas largas en forma de trompo, sus ojillos inyectados en sangre, le daban el aspecto de un conejo asustado. Temerosamente, como un conejo, miró por encima del hombro, y se escurrió a la madriguera del edificio. El pequeño y paticorto señor Collins recorrió un largo pasillo. El corredor del museo estaba desierto, y no obstante sus ojillos sonrosados se movían asustados. Con un suspiro de alivio, se dirigió a una puerta que tenía el letrero: «Oficina del gerente», y pasó al interior.
Tomado del texto original
Fecha de reseña: 1/11/2016
Editorial
Bruguera
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