El juego del escondite
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El juego del escondite
Resumen
Regresábamos caminando a través de los bosques, cuando Kingman vio la ardilla gris. Nuestro botín era
pequeño, pero variado: tres faisanes, cuatro conejos (uno, triste es decirlo, era una cría) y dos palomos. Y
a pesar de algunas predicciones siniestras que afirmaban lo contrario, los dos perros estaban aún vivos.
La ardilla nos vio en el mismo instante. Sabía que estaba destinada a una ejecución inmediata a
consecuencia del daño que había causado a los árboles de la finca, y quizá había perdido parientes
próximos bajo la escopeta de Kingman. Alcanzó en tres saltos la base del árbol más cercano, y
desapareció tras él como un relámpago gris. Vimos una vez más su cara, cuando apareció por un instante
tras su escudo a unos cuantos metros del suelo; pero a pesar que esperamos apuntando sin perder la
esperanza hacia diversas ramas, no la volvimos a ver.
Tomado del texto original.
Fecha: 06/12/16
Editorial
ial
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