Ícaro de las tinieblas
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Ícaro de las tinieblas
Resumen
El cadáver del polizonte se deslizaba oblicuamente a una altura de unos tres mil metros, en dirección a la zona de control de Birmingham. Era una noche de invierno y la temperatura que imperaba a esa altura, por debajo de los cero grados, había agarrotado sus miembros y recubierto enteramente su cuerpo de una oscura escarcha. La sangre, que había fluido por entre el resquebrajado blindaje, habíase congelado sobre la especie de cangrejo que rodeaba el pecho del hombre con los émulos de pinzas. El cuerpo, en correcta posición de vuelo, se mecía indefenso a merced de incontroladas corrientes, experimentando un extraño deslizamiento a través del espacio. Situada sobre la cintura, podía verse una insistente luz del tamaño de un guisante que parpadeaba en progresivo descenso, bajo una espesa capa de hielo.
Tomado del texto original
Fecha de reseña: 12/09/2016
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