Solamente un eco
Datos del contenido
Solamente un eco
Resumen
DON LINGARD se alisó cuanto pudo la guerrera del uniforme y golpeó en la puerta del despacho del comandante en jefe. Esperaba que su llamada habría tenido las proporciones correctas de decisión y deferencia que se pueden pedir al simple tac-tac en el panel de una puerta.
La llamada fue seguida al otro lado de la puerta por un fuerte e indefinible ruido de origen humano. Don entendió que esto quería decir «¡Adelante!» y entró. La habitación era larga y estrecha y el comandante en jefe estaba sentado delante de su mesa, al fondo del cuarto, inclinado sobre unos papeles. Don se adelantó con firmeza, cosa nada fácil dado el mínimo de gravedad existente en el Asteroide Cepha III. Se detuvo exactamente en el centro de la mesa, enfrente del comandante, a un metro de él, y saludó. Transcurrido aproximadamente medio minuto, el comandante levantó la cabeza. Tenía la cara bastante macilenta y los ojos de un azul desteñido. Miró a Lingard, observando su correcta rigidez, su impecable uniforme negro y su único galón.
Tomado del texto original
Fecha de reseña: 18/12/2016
Colecciones
Archivos
Descripción:
Solamente_un_eco.docx
Título: Solamente_un_eco.docx
Tamaño: 21.13Kb
Inicie sesión para leer el word
Título: Solamente_un_eco.docx
Tamaño: 21.13Kb


Carátula
