El médico del emperador
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El médico del emperador
Resumen
Pérgamo ha de verse en un día otoñal, cuando el cielo está de un azul oscuro y los bancos de nubes blancas que se dirigen raudos hacia el Pindo transforman la luz y las sombras sobre escaleras y terrazas de mármol. La luminosidad y la oscuridad se turnan a tal velocidad en tejados y columnas que se podría pensar que son las nubes las que están inmóviles y que es Pérgamo, sobre su colina, el que se mueve impulsado por el viento, como una embarcación de velas deslumbrantes.
Así es como se ve, sobre todo si se sube uno al pretil de la terraza del teatro, se sienta dejando colgar los pies sobre el abismo y mira a lo lejos, más allá del destellante Selinus y su valle verde, con la frente azotada por el mismo viento risueño que abajo zarandea las ramas de los olivos con sus destellos plateados y hace susurrar los robledos.
Tomado del texto original
Fecha: 10/11/2016
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