La gran ilusión. III. Las ondas gravitacionales
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La gran ilusión. III. Las ondas gravitacionales
Resumen
Hasta fechas relativamente recientes la imagen que el hombre tenía del Universo era de quietud y perfección (se hablaba inclusive de "la música de las esferas" que supuestamente producían los astros al describir sus elipses precisas). En los tiempos actuales tal concepción se mira ya sólo como un recuerdo amable: la celeridad con que se producen los cambios en el campo de la ciencia obliga a los científicos a modificar sus esquemas teóricos con la misma rapidez.
En épocas de cambio acelerado se aventuran hipótesis o predicciones -por supuesto con una sólida base matemática o teórica-, algunas de las cuales pronto encuentran su comprobación experimental. Por ejemplo, Paul Dirac predijo en 1930 la existencia de una antipartícula del electrón, a la que llamó positrón, la que fue descubierta dos años más tarde por Carl Anderson.
En otros casos la comprobación es más lenta: eso sucedió con las ondas gravitacionales cuya existencia fue formulada por Einstein en su teoría general de la relatividad y que "son alteraciones de la geometría del espacio-tiempo" que se producen al acelerar una masa, fuente del campo gravitacional. A diferencia de las ondas de luz, las ondas gravitacionales son muy débiles puesto que la fuerza gravitacional es mucho menos intensa; de hecho la física moderna considera que la constante de la gravitación universal -representada por G- es pequeñísima. Aunque casi todos los físicos creen en su existencia, hasta ahora no han podido ser descubiertas aunque se hay
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