El cuarto hombre
Datos del contenido
El cuarto hombre
Tipo de contenido
Libro estructurado accesible.
Resumen
El sacerdote Parfitt jadeaba. Correr para alcanzar el tren no era algo muy conveniente para un hombre de su edad. Su cuerpo ya no era el mismo y con la pérdida de su esbelta figura había ido adquiriendo una tendencia a quedarse sin aliento que el propio clérigo solía explicar con dignidad diciendo: “¡Es el corazón!” Exhalando un suspiro de alivio se dejó caer en una esquina del compartimiento de primera. El calorcito de la calefacción le resultaba muy agradable. Afuera nevaba. Además era una suerte haber logrado situarse en una esquina siendo el viaje de noche y tan largo. Deberían haber puesto coche-cama en aquel tren. Las otras tres esquinas ya estaban ocupadas; al observar, el sacerdote Parfitt se dio cuenta de que el hombre sentado en la más alejada le sonreía con aire familiar. Era un caballero pulcramente afeitado, de rostro burlón y cabellos oscuros con algunas canas recientes cerca de las sienes. Su profesión era sin duda abogado, nadie lo hubiera tomado por otra cosa ni por un segundo. Realmente George Durand era un abogado muy famoso
Editorial
Instituto Nacional para Ciegos -INCI
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Libro accesible en formato Word
Título: El_cuarto_hombre.docx
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