TI - El rastro de Irene AU - Valencia, Cristian AB - En el Cuartel Central de Inteligencia todo era olor a tabaco y cansancio. El toque de queda decretado tenía a toda la ciudadanía en sus casas, probablemente durmiendo. El sargento Méndez no entendía muy bien por qué los toques de queda beneficiaban a todos menos a los organismos de seguridad. Era la tercera noche que pasaba en vela esperando a que algún imbécil violara la norma estatal, aun cuando esa noche habían capturado a un grupo de lunáticos y suponía que habría movimiento. Méndez, aunque no tenía el hábito de fumar, apagó la colilla y se quemó los dedos. El cenicero rebozaba de puchos y ceniza. En seguida el sargento tomó su saco del perchero, se dirigió al lavabo y se mojó un poco la cara. Las ojeras del sargento lo hacían ver como un ser despreciable, parecido a un mapache. Era un hombre de 59 años con el rostro lleno de cicatrices, del que sobresalía una abultada nariz brillante, que lo emparentaba con un boxeador de pruebas luego de un combate. Tras él siempre iba el subalterno, como una sombra, sin importar cuáles fueran las órdenes…. (Tomado de: Texto original 10/09/2015) PB - Bogota Planeta UR - https://biblioteca.inci.gov.co/handle/inci/7251 ER -